MADRID, 11 Ene. (EUROPA PRESS) -
La Sociedad Española de Ginecología y Obstetricia (SEGO) ha publicado la primera 'Guía de Recuperación Intensificada en Ginecología Oncológica', que tiene el objetivo de acelerar la recuperación y disminuir las complicaciones de las mujeres intervenidas de un cáncer ginecológico.
El documento, elaborada conjuntamente por un grupo multidisciplinar de profesionales del ámbito nacional, incluye hasta doscientas medidas basadas en la evidencia científica, con sus respectivos indicadores, para optimizar la recuperación y reducir la respuesta al estrés quirúrgico, permitir una mayor rapidez en la recuperación de la función intestinal, mejorar el control del dolor, reducir la estancia hospitalaria y favorecer la incorporación de la paciente a su vida normal.
Para lograr los beneficios que señala la Guía, SEGO remarca la importancia de cumplir con el 80 por ciento de los ítems del documento para que haya un impacto en la estancia mediana, en el descenso de los reingresos y en la comorbilidad. Los estudios que se han realizado hasta la fecha, incluyendo una encuesta europea a nivel de centros terciarios oncológicos, muestra un amplio recorrido de mejora en la aplicación de estos nuevos protocolos.
"Todo este proceso viene determinado no por un cirujano sino por un grupo multidisciplinar en el que se ha de incluir ginecólogos, anestesiólogos, personal de enfermería, endocrinólogos, rehabilitadores y fisioterapeutas, y psiquiatras o psicólogos. En cada fase del proceso son varios los profesionales que participan, y la colaboración es esencial. Yo remarcaría la parte de nutrición (endocrinólogo), la del médico rehabilitador y la del psiquiatra o psicólogo en la parte preoperatoria, y en la fase posoperatoria, la movilización precoz y la dieta precoz por parte del personal de enfermería. Este último es fundamental para que la paciente se recupere, se levante de la cama, camine, se ejercite y empiece a alimentarse correspondiente", ha comentado el coordinador del documento, el doctor Sánchez Iglesias.
Un ejemplo sobre la importancia de esta colaboración es el caso del cáncer de ovario avanzado, una enfermedad donde el tumor está avanzado por toda la cavidad abdominal, y por tanto, las pacientes van a someterse a una cirugía compleja.
"Habitualmente requiere que se quiten el útero, los ovarios, el recto, el bazo, parte del peritoneo, y son operaciones que duran 5-7 horas. En estos casos es fundamental que el nutricionista valore a la paciente y le dé el soporte nutricional necesario para que tenga buenas proteínas en el posoperatorio. También es clave que la paciente haga ejercicios respiratorios y que camine 30-60 minutos al día, para así ejercitar la parte respiratoria y muscular. El control de la anemia y que se le aplique una anestesia regional son otros aspectos importantes que debe llevar a cabo el equipo multidisciplinar. También que pueda movilizarse y empezar a ingerir alimentos precozmente. Además, el psiquiatra prepara a la paciente mentalmente para la cirugía a la que va a someterse, cómo tiene que comportarse, cómo tiene que respirar", ha sostenido el coordinador.
RECOMENDACIONES
En concreto, según explica SEGO, la Guía contiene recomendaciones tanto para la fase preoperatoria, como para la intraoperatoria y la posoperatoria. En la primera, el consejo, preparación y acompañamiento a la paciente adquiere una relevancia fundamental. En ella, se trata de explicar y empoderar a la paciente en todo el proceso de su intervención, implicándola en el objetivo de acelerar su recuperación. La optimización de la anemia es otra cuestión crucial en esta fase, por lo que a las pacientes con anemia se les debe aportar hierro de forma venosa u oral durante dos semanas antes para evitar la transfusión de sangre durante la operación.
Asimismo, es clave el componente nutricional. Otra parte significativa en el preoperatorio es evitar la preparación mecánica del colon, algo que se hacía antiguamente, y que implicaba preparar el intestino de forma muy compleja, lo que ya se ha demostrado que no es estrictamente necesario y, por lo tanto, al no hacerlo, se mejora el confort de la paciente, sin incrementar los fallos de sutura.
Por su parte, en la fase intraoperatoria, la guía desaconseja el uso de yodo (Betadine) para desinfectar la piel, recomendándose en su lugar el empleo clorhexidina al dos por ciento. Otra práctica desaconsejada es el rasurado del vello púbico, que no se estima necesario por lo general, y, en caso de que sea preciso, debe realizarse con maquinilla eléctrica. También se recomienda limitar al máximo el uso de morfina o mórficos para el dolor y practicar una analgesia multimodal a fin de evitar las posibles adicciones a los mórficos, así como el posible impacto que tienen estos fármacos en los factores de crecimiento de los tumores.
Ya en la fase posoperatoria, en cirugía laparoscópica o abierta, el uso profiláctico de la sonda nasogástrica tras cirugía abdominal es desaconsejado como un procedimiento inefectivo. El aspecto nutricional vuelve a ser esencial en esta fase: la nutrición oral precoz en las primeras 24 horas tras la cirugía se ha revelado segura y no produce alteración de la cicatrización de las suturas en colon o recto, demostrándose que mejora la recuperación intestinal y reduce la estancia hospitalaria, sin aumento de las complicaciones. Otra cuestión relevante es iniciar la movilización de las pacientes a las seis horas de la operación.